1.2. GOBERNANZA, SOCIEDAD CIVIL Y CONTROL SOCIAL

1.2. GOBERNANZA, SOCIEDAD CIVIL Y CONTROL SOCIAL SEGUNDA PARTE CAPITULO 1 CALAME Dic/01en Lille, Francia, se presenta una Carta de las Responsabilidades Humanas, (www.alliance21.org/charte) para el cierre de la Asamblea Mundial organizada por la Alianza para un mundo responsable, plural y solidario. Para Pierre Calame, la Carta es una base ética común que, adaptada a cada contexto, funda el ejercicio de una ciudadanía responsable y la institución de una comunidad, dos dimensiones fundamentales de la gobernanza. Fundamentos éticos de la gobernanza ética y gobernanza están asociadas como dos caras de una misma moneda. los fines deben prevalecer sobre los medios. no hay gobernanza pacífica y menos aún democrática sin un fundamento ético. La comunidad mundial se construye reuniendo a sociedades que tienen, cada una, su propia visión de la trascendencia o sus propios mitos fundadores. Como resultado de su poder y dominio de la naturaleza, la humanidad manda sobre su destino. En la práctica, los grupos no tienen otra opción: deben integrarse, definir reglas y valores comunes, sin poder aferrarse a una justificación trascendente o a mitos fundadores. Esto resta importancia a la trascendencia, nos libra del poder absoluto y enseña humildad, para reconocer que el destino colectivo de la humanidad es más importante que el personal. Así, la Declaración Universal de los Derechos Humanos, se refiere a derechos imprescriptibles e iguales de los seres humanos y por ende a la singularidad radical de los seres humanos con respecto a las máquinas o a las plantas. La necesidad de construir una comunidad social y política mundial nos lleva a elaborar reglas generales y, en consecuencia, a construir sociedad sobre una base contractual. ninguna sociedad puede garantizar su propio futuro sin que las demás sociedades tengan la misma posibilidad. La ética es indisociable de la gobernanza. 1) la gobernanza exige que los gobernantes se sometan a leyes vigentes y ejerzan sus funciones con probidad. Si no lo hacen, las reglamentaciones que imponen en nombre del interés común pierden legitimidad. 2) para ser democrática, la gobernanza exige un acuerdo sobre principios comunes y esos principios son necesariamente éticos. En el actual estado de la humanidad, toda gobernanza proviene en última instancia de una gobernanza mundial y de que la misma sólo puede tener una base contractual basada a su vez en principios éticos, la adopción de esos principios éticos comunes para nuestra época se vuelve decisiva. La ética condiciona el surgimiento de la comunidad social y de la comunidad política a escala mundial. Por esto, dentro del marco de la Alianza por un mundo responsable, plural y solidario, se ha hecho un esfuerzo considerable para elaborar de manera intercultural una base ética común de esas características. La responsabilidad se ubica en el centro del acuerdo que pueden lograr actualmente las diferentes sociedades humanas para construir esa base ética. la Carta de las Responsabilidades Humanas trata de definir el concepto ampliado de responsabilidad. Estos son los criterios esenciales que pone en primer plano: § Tenemos una responsabilidad porque nuestras acciones tienen un impacto sobre los demás seres humanos; § Las responsabilidades de los seres humanos (y este principio se extiende inmediatamente a los actores sociales, a los actores económicos y a los públicos) son proporcionales a las posibilidades de las que disponen. § Hay que concebir el poder, y por ende la responsabilidad, de manera activa y no sólo pasiva. § Las responsabilidades no sólo se aplican a las acciones presentes y futuras, sino también a las acciones pasadas. Este enfoque de la responsabilidad debería modificar muy profundamente el ejercicio de la gobernanza y su marco jurídico. La reflexión sobre responsabilidad es eje unificador del contrato social entre los distintos medios sociales y profesionales y el conjunto de la comunidad. Una de las dimensiones de la gobernanza, más allá de los plazos electorales, es crear procesos mediante los cuales, de tanto en tanto, la comunidad se refunda a sí misma. Una comunidad se instituye concretamente inventando sus propias reglas, su carta constitutiva, el contrato social que la funda y la vincula con las demás. En esa dinámica, una comunidad no debe temer el hecho de que se instituyan dentro suyo comunidades más pequeñas. Toda comunidad contiene en sí misma la diversidad. La relación entre unidad y diversidad comienza a nivel local. Fundar la comunidad sobre una identidad monolítica sólo puede llevar a un callejón sin salida. Antes la diversidad del mundo para muchos, era una abstracción filosófica, se vivía en comunidades más o menos homogéneas definidas por una identidad fuerte frente al resto del mundo, visto como diferente u hostil. La mezcla de poblaciones y la circulación de la información y personas van haciendo de la diversidad una regla general, incluso en ciudades y barrios. Mientras la diversidad cultural y étnica se generaliza, las reacciones de repliegue identitario se multiplican, acarreando su dosis de violencia, incluso en sociedades donde la convivencia más o menos pacífica había prevalecido durante mucho tiempo: en la India, en África, en Cercano Oriente o en los Balcanes por ejemplo. La única solución frente a la disgregación y la violencia, es reconocer que en cada nivel de territorio y de comunidad, cualquiera sea su tamaño, debe reafirmarse y asumirse el derecho a la diversidad. Ahí aparece el principio de fractalidad (renvoi au lexique). La institución de la comunidad en las sociedades democráticas pasa por la conciencia de la ciudadanía. Cuanto más contractuales son las bases de una sociedad, más reflejan la voluntad de convivencia y no solo la pertenencia pasiva a una comunidad X Ser ciudadano no es tanto gozar de derechos como estar en condiciones de ejercer un papel, una responsabilidad en la gestión de la comunidad, es decir, la posibilidad y el deber de participar en la sociedad y de organizarse colectivamente. Es el sentido del término inglés “empowerment”: estar capacitado para ejercer una responsabilidad. La ciudadanía así entendida es por lo tanto indivisible, va de lo local a lo mundial y no puede limitarse al ejercicio de derechos políticos dentro de una democracia representativa. Desde la época de griegos y romanos coexistieron dos concepciones de la ciudadanía: una “pasiva”, se refiere a la constatación de pertenencia a una comunidad como resultado de la historia; y otra, “activa”, refleja el hecho de ser partícipe de los asuntos de la pólis (ciudad-estado) y establecer un vínculo contractual con los demás ciudadanos. Los mecanismos instituyentes de la comunidad deberían valorizar, más de lo que lo hacemos actualmente, la “entrada a la ciudadanía”. Todos seremos inevitablemente ciudadanos de una comunidad reducida, de un Estado y también de una región del mundo y del planeta entero. La relación entre unidad y diversidad, que constituye la columna vertebral de la gobernanza del mañana, se encuentra a nivel de cada individuo que articula por sí mismo su conciencia de ciudadanía a comunidades de distintos niveles. Los jóvenes ya están viviendo esta ciudadanía plural por lo que escuchan en la radio, lo que ven en la televisión, lo que leen en los diarios, y también a través de lo que viven en su trabajo, descubren en sus viajes y manifiestan por sus gustos. El escenario político y los sistemas de gobernanza son sencillamente los que vienen retrasados con respecto a las costumbres y las conciencias.

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